Sobre Marta Argerich, aprender a tocar el piano y vivir una orquesta inmersiva.
Sol Mayor
Poco sé de música clásica. Lo poco que se tiene que ver con estar cerca de mi abuela Marta en medio de sus quehaceres hogareños mientras escuchaba Strauss en repeat. Me gustaría conocer más, pero la verdad es que no me muero por saber diferenciar Mozart de Beethoven.
Ahora bien, hace un par de meses vi que salía la preventa de Sol Mayor, el nuevo libro de Josefina Schargorodsky en la editorial Diente de León sobre la vida de Martha Argerich. Tenía planeado reseñarlo hace un par de ediciones -de hecho ya tenía preparado un texto-, pero como las casualidades me persiguen (y me encantan), me reencontré con una amiga del primer cuatrimestre de la facultad, allá por 2012. En el medio del café que nos tomamos para ponernos al día me contó que iría a ver a Martha en el Teatro Colón. No lo podía creer porque no sabía que iba a estar en la ciudad. Esa misma noche entré a comprar las entradas y conseguí unas para el “Paraíso”. Más tarde me enteraría que de paradisíacas mis entradas tenían poco y si llegué a ver un par de canas de Martha fue mucho, pero no quiero que nos centremos en eso.
Sí quiero que nos centremos en la vida de la mejor pianista argentina, que nació en 1941 en el barrio de Belgrano y a sus 4 años empezó a tomar clases de piano, instrumento que se convirtió en su principal disfrute y tormento. Argerich no fue a la escuela y pasó toda su niñez frente a las teclas. Su madre, Juanita, controladora incesante y obsesiva, estaba abocada por completo a la carrera de su hija. A sus 14 años se mudaron a Viena a seguir estudiando, pero el ambiente tan sofocante hizo que un año después Martha decidiera irse sola a Suiza. Acá comienza, para mí, el verdadero despliegue de la personalidad de nuestra protagonista.
Martha es un espíritu rebelde y fantástico por donde se lo mire. Fumadora insaciable, vivía rodeada de amigas y amigos, en casas bohemias donde sobraban los pianos y las ocasiones para brindar. No voy a hablar de sus miles de logros a nivel musical, porque eso es lo que podemos encontrar con cualquier búsqueda en Google. Me parece más interesante contarte que se corta el pelo sola, le gusta comer cebolla, tiende a cancelar los conciertos sin anticipación. Que sigue poniendo “estudiante” cuando preguntan por su profesión en las aduanas. También te puedo contar que la escuché en vivo, y aunque no podía verla, me emocioné.
The Unexpected Solace in Learning to Play Piano
Los días que vivimos en cuarentena, cuando nos quedábamos el día entero en casa y salíamos con miedo a la calle, ya parecen ser de otra vida. Durante esa época muchos elegimos practicar hobbies para olvidarnos, al menos por un momento, de esa realidad tan agotadora.
Christoph Niemann es un talentosísimo ilustrador que ha hecho decenas de tapas del New Yorker, fue protagonista de uno de los capítulos de Abstract (serie que recomiendo fervientemente que veas), y también trabajó para Nat Geo. Durante sus días de confinamiento no fue la excepción: decidió aprender a tocar música clásica en el piano.
Yo sé que tocar el piano es difícil. Pero no logro imaginarme del todo qué es lo que lo hace tan complejo. Y Christoph me resolvió muchísimas dudas en esta pieza que hizo para la revista del New York Times, donde ilustra paso a paso su aprendizaje. Me parece de una exquisitez enorme, con esos dibujos sintéticos y complejos al mismo tiempo y textos concisos pero llenos de significado. Una obra que me hizo valorar aún más la magia de Martha, porque si bien uno sabe que debería admirar a ciertas personas, a veces no llega a entender por qué. Este artículo me explicó de una manera hermosa por qué tocar el piano es realmente un arte.
Symphony VR
En la edición anterior contaba de mi archivo de links extensísimo donde voy guardando mil cosas para el momento correcto compartirlo con vos. Este es el caso de un link que me mandó Belu hace muchos meses atrás. Me entusiasma mucho que piensen en mí o en Parsi cuando ven algo que les resulta interesante. Y cuando me di cuenta que esta edición iba claramente sobre música clásica... pum, magia: acá va este link. Como una pieza de puzzle que se completa.
Symphony VR es un proyecto que nos lleva por un viaje de realidad virtual dentro de una orquesta sinfónica. Me encanta el concepto: la fundación La Caixa coste la propuesta de armar un bus que va viajando por toda Europa, que tiene una experiencia inmersiva audiovisual con el objetivo de acercar la música clásica a todos los públicos. Con dispositivos de realidad virtual, cada participante disfruta de las composiciones de Beethoven, Mahler y Bernstein, de la mano del gran director de orquesta Gustavo Dudamel y de los más de 100 músicos integrantes de la prestigiosa Mahler Chamber Orchestra. Para hacer los gráficos además contaron con la posibilidad de visitar el estudio del famoso luthier David Bague para generar imágenes por dentro de los propios violines, que acompañan a otros gráficos de los instrumentos de la orquesta.
En qué ando
Leyendo
Me está costando conectarme con la lectura últimamente, pero sé que cuando vuelva, tengo ganas de leer Brillo, de Raven Leilani.
Escuchando
My life is a movie, una playlist de Spotify que me recomendó una amiga la semana pasada y me parece genial.
Viendo
Este videíto de un chihuahua casi dormido en el solcito. A veces lo único que necesitamos es muchos videos de perritos en repeat.
Hasta la próxima
Hola ¿cómo estás? Siento que pasaron mucho más que dos semanas desde la última vez que te envié una edición. Te cuento que el streaming salió mil veces mejor de lo que hubiese esperado. Lo disfruté muchísimo. Si tenes ganas de verlo podés encontrarlo en YouTube. Gracias a todas las personas que me hicieron llegar sus reacciones, realmente me hicieron muy feliz.
El finde largo tuve la oportunidad de compartirlo con amigas y visitar Buenos Aires con ojos de turista. No sólo conocí por primera vez el teatro Colón, sino que hicimos un tour gastro espectacular y también fuimos a feria Juntas, una feria de emprendedoras preciosa.
Esta vez decidí enviar este mail de noche porque necesitaba descansar. Estuve reflexionando mucho sobre el poder positivo de ciertas rutinas. Esta semana espero poder ordenarme y volver a esas cosas que me hacen bien.
Como siempre, muchas gracias por estar ahí, por leerme, por acompañarme en esta aventura,