Sobre las maneras en que 3 mujeres se mantienen vivas.
Bailar
Cuando bailo siento que mi cuerpo invade mi mente y se apaga por un ratito mi crítica interna. En ese momento soy solo brazos y piernas y panza y pies y manos y cadera y cuello y una risa que sale de un lugar al que voy poco pero siempre la paso bien. El año pasado hice durante dos meses clases de salsa. Era algo inesperado, hacia cortocircuito con la imagen mental que había creado de mí misma. Pero para mí era una hora de puro placer y estoy esperando a que la rutina de este año se acomode para volver a ir.
En esa época compré este libro, lo encontré de casualidad buscando un regalo. Las palabras de Leonor, bailaora inquieta, curiosa y algo atípica en el flamenco maridan perfectamente con los trazos potentes y despojados de Guridi. En esta poesía ilustrada ella nos cuenta la manera en que vive la danza:
Me emborracho dando vueltas y, cuando consigo parar, cuando todo gira menos yo, doy mi primer paso. […] Hay un interruptor. Una habitación que no conocía. No tiene muebles ni ventanas, no hay agua ni flores, ni libros ni reloj. No hay nada. Es ahí, ese es el lugar. […] Bailo para, por, contra, de, desde, hacia ti o hacia mí.
Eso. Es ahi. Es ese lugar, ese lugar de flow donde uno se olvida hasta de sí mismo. Y al verla a Leonor bailar todo hace sentido. Por otro lado, la superposición de trazos azules y negros, en estos dibujos hechos a pincel y tinta china que se mueven, que dejan ver los movimientos de mano, de muñeca, de codo del ilustrador. Un libro que “nace de una conversación entre amigos sobre las sensaciones que se experimentan al crear -afirma Guridi-, concretamente crear con el cuerpo. Los procesos creativos en el mundo del arte son muy parecidos, lo que cambian son las herramientas que utilizas y el espacio sobre el que se desarrollan”. Un movimiento de a dos que representa el movimiento de miles.
Correr
Lorena corre. Corre sin pensar en nada. Corre siguiendo al viento. Corre de la misma manera que Leonor baila, poniendo absolutamente cada fibra de su ser. Yo llegué a su historia con la canción Movimiento de Jorge Drexler, que se me vino automáticamente a la cabeza cuando pensaba este newsletter:
Somos una especie en viaje No tenemos pertenencias sino equipaje Vamos con el polen en el viento Estamos vivos porque estamos en movimiento […] Lo mismo con las canciones, los pájaros, los alfabetos Si quieres que algo se muera, déjalo quieto
El pueblo al que pertenece Lorena se llama Tarahumara o Rarámuri “los de los pies ligeros” y son conocidos por su resistencia corriendo cientos de kilómetros. Lorena gana ultramaratones de 100 km con sandalias de plástico y su traje tradicional. En este video de Vogue la podemos escuchar hablando su idioma. Tiene una voz dulce que no deja entrever el tesón necesario para completar semejantes audacias.
Lo que me parece realmente interesante es que ella no es la excepción en su comunidad: todos corren. Su papá también ha ganado maratones. Correr en grupo tiene algo de magia, según voy descubriendo.
Leí The Depths She’ll Reach hace un par de meses. En ese momento me llamó la atención el diseño, cómo todos los elementos colaboraban para contar esta historia: la tipografía, los juegos entre el indicador de progreso de tu lectura y la soga a la que se atan este tipo de atletas, los videos, los audios. Por favor, aunque no tengas ganas de leerlo completo, te recomiendo que recorras el sitio porque vale la pena.
Ahora te escribo esto con dos o tres lágrimas secas en el cachete porque volví a leerlo para contarte la historia de Alenka Artnik. Va a ser difícil tratar de poner en un par de párrafos cómo pasó de querer suicidarse tirándose al agua desde un puente a tener el récord mundial femenino en freediving, una disciplina donde se suspende de manera voluntaria la respiración bajo el agua para recorrer largas distancias o descender grandes profundidades.
Con un pasado familiar muy complejo –un padre alcoholico, un hermano con problemas de drogadicción y una madre con cancer– Alenka se sentía sola en el mundo. El peso de todos esos problemas la hundió en una depresión muy profunda. Un día un ex novio la invitó a nadar y en el momento en que respiró profundo y se metió en el agua, todo el ruido del mundo desapareció. “Estoy sola pero también soy parte de algo”, pensó.
La primera vez que tomó un workshop de freediving impresionó a su profesor. Éste, intrigado por su capacidad, le preguntó por qué estaba tomando la clase. Alenka le contestó con seguridad: “Odio mi vida. Estoy nadando para escapar del planeta”. Ahí el profesor entendió todo, ella no tenía rasgos físicos extraordinarios pero la fuerza mental que había forjado al haber pasado por todas estas situaciones le estaba dando una ventaja sobre sus compañeros. Nadar en este estilo no requiere sólo del entrenamiento físico sino de la calma, madurez y autoconocimiento mentales.
Luego de esto, Alenka se empezó a tomar el freediving más y más en serio, hasta que se convirtió en su trabajo a tiempo completo. Cada vez más profundo, la presión que ejerce el agua hace que nuestros pulmones se achiquen hasta el tamaño de dos pelotas de tenis, que las arterias dejen de enviar sangre a las extremidades, que las pulsaciones bajen y que los espacios vacíos como nuestros oídos nos causen un dolor brutal. Después de cierta cantidad de metros el agua recibe tan poca luz que es lo mismo que estar ciegos. Todo esto sin un tubo de oxígeno, con el aire que tiene en sus pulmones luego de una sola respiración. Mucha gente murió practicando este deporte, pero Alenka se sentía cómoda estando a 100 metros bajo el agua.
En Vertical Blue, la principal competencia del año, ella llega a hacer 103 metros al segundo día. Podía seguir tratando de superar su propio récord los días que seguían, pero eligió retirarse de la competencia, aunque sus rivales no entendían nada: por qué te retirarías antes si tenés posibilidades de ganar, de hacer otro record mundial, si no tenes una pareja, hijos o trabajo esperándote en casa. ¿Qué tenes para perder?
Ella sabía de tocar fondo. Cuando estás tan cerca del abismo y encontrás algo que te hace querer volver a la superficie sabes que tu vida es muy valiosa como para perderlo todo por un récord.
Lisbon lisbon de Leo Middea es el punto de partida de la radio de Spotify que ando reproduciendo en loop. Una canción melancólica con un gustito a verano, para mi.
Viendo
Shrinking. Solo vimos el primer capítulo con Axel pero ya estamos enganchadísimos. Una comedia de esas que hacen falta, con la dosis justa de drama para llorar un poquito
Hasta la próxima
Hola, queridísima persona que llegó al final de este mail interminable ¿Cómo estás?
Hace un par de meses estaba plenamente convencida de que yo era incapaz de correr. No es mentira, si alguna de mis compañeras de primaria o secundaria lee esto puede dar fe que en las clases de Educación Física yo me sentaba cómoda a verlas hacer voley o el bendito test de cooper en el campito detrás del colegio. Entre el asma, las alergias y mi propia vergüenza por quedarme sin aire al hacer 200 metros me era más fácil no hacer nada.
Así crecí sin hacer ejercicio por años. Yoga sí, quizás alguna vez me obligaba a ir un par de meses al gimnasio cuando las contracturas amenazaban con convertirme en una roca viviente. Pero el año pasado algo cambió. En octubre fui a merendar con una amiga y le regalé un libro de ilustración porque de alguna manera quería compartir este hobby. Annie en devolución quiso compartirme su hobby: correr.
Obvio que le dije que no, que como mucho correría 3 cuadras, muerta de vergüenza. Ella me dijo que nos veíamos el finde que viene en la reserva ecológica. Así fue como, después de 28 años sin correr, hice mis primeros 750 metros. Sentí que se me iban a salir los pulmones seguido de una euforia incontenible. En el mismo momento hice 750 más, de pura gula. Ahí me di cuenta de algo terrible y genial: que podía.
She did her first practice on Tuesday, and had a ginormous smile while doing repetitions of 200 meters at a time.
Yo pensé que era incapaz. De cuántas cosas nos creemos incapaces hasta que nos demostramos a nosotros mismos con evidencia que eso es una mentira. Yo, por las dudas, me anoté a mi primera carrera de 5k para seguir probándome que estaba equivocada.
Gracias por leerme. Esta edición salió larga pero estoy contenta con el resultado. Espero que tus minutos se hayan sentido bien invertidos.
Que tengas unas semanas en donde todo se mueva armoniosamente,